¿Qué os parece esta tarta de boda? No me digáis que no dan ganas de casarse. Y las rosas, ¿qué me decís? Son dignas del mejor rosal, rosal de fondant, claro está. Pequeñas, blancas, y tan tiernas que hasta se puede oler su perfume.
Una tarta exquisita para momentos únicos, para días únicos, para celebraciones únicas. Y para personas con estilo, buen gusto y gran sensibilidad.
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