Hay tartas que te cuesta imaginar. A veces, no acabas de encontrar el color. Otras veces, no tienes demasiados datos acerca de la persona a quien se le va a regalar. Y otras... te cuesta arrancar.
Con esta tarta nos pasaron las tres cosas a la vez, porque nos pidieron los ositos y el color, pero no nos cuadraba para una chica de 14 años. No sabíamos si acercarnos al estilo infantil, o aproximarnos al de adulto. Pero juzgad vosotros mismos. Nosotras, tras muchas deliberaciones, decidimos hacerle caso a la madre, que es quien más conoce a la hija, y seguimos sus indicaciones. Al final, una tarta chulísima que impresionó a la cumpleañera. Esperamos que os guste.
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